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Paz ubica el comienzo de esta historia en 2002 en México, donde la pareja vivió cuatro años a causa del trabajo de él, que era periodista.  En Buenos Aires yo estudiaba Diseño de Modas; y cuando se fueron al Distrito Federal estudió gastronomía, para hacer algo diferente. Cuando volvieron no ejerció su profesión de chef, porque nació su hijo. Pero ya tenía muchas ideas y mucha inspiración en la cabeza. Así que un día empezó con algo que creyó que iba a ser más tranquilo: fue a comprar “unas chucherías” y, en el cuartito de servicio de su vivienda, se puso a armar bijou artesanalmente. Su idea nunca fue llegar directamente al público, sino abastecer a las marcas de indumentaria ya establecidas, las que tienen bocas en los shoppings. Con su primera producción elegió una marca que le encantaba, aunque le parecía inalcanzable. Cuando la recibieron sus productos tuvieron mucha aceptación. Arranquó haciéndoles 75 unidades; hoy hace 60 mil unidades al año. Corría el año 2006, Paz mide su crecimiento por las sucesivas mudanzas que le demandó: cuando el cuarto de servicio empezó a quedarle chico, alquiló un monoambiente y convocó a su hermana, Mar, que se trasladó desde Buenos Aires a trabajar con ella. De ahí pasaron a otro departamento más grande, exclusivamente dedicado al emprendimiento; y luego, a medida que sumaban marcas clientes, a un PH en Vicente López. Finalmente llegaron a la casa de Acassuso, donde actualmente están el estudio de diseño, el taller, el showroom y la oficina.

No fue exactamente el sueño de largar todo y abrir un bar en la playa, porque Fernando Miranda y Paz Sánchez siguen siendo proveedores mayoristas de bijouterie y accesorios y, más aun, están en plena expansión. Pero hay una playa, que es Buzios, y allí hay una gran casa donde la pareja vive y tiene su showroom. Y donde ahora habilitaron dos cuartos para que funcionaran como guest house...

About

Paz, nuestra diseñadora.

Hasta el año pasado, no le interesaba comercializar su marca propia, porque trabaja para muchas marcas y tenía miedo de que le resultara difícil competir. Sólo comercializaban con su nombre, ‘De la Paz’, para el interior. Desde 2013, además de seguir abasteciendo a marcas de terceros, De la Paz llega al consumidor final también en Buenos Aires. Pero el punto de inflexión había sido en 2008, cuando hicieron una exportación a España que les permitió dejar de reinvertir todo lo que les ingresaba. Hasta ese momento, seguían viviendo de la profesión de Fernando. Hacían todo ellos, armaban las cajas, la trasladaban, confeccionaban las planillas, etc. Siempre habían tenido en la cabeza la posibilidad de venir a Buzios, y cuando el negocio empezó a funcionar bien, fué el momento para cambiar d e vida. Pero eso no significó abandonar De la Paz –cuya operación porteña comanda Mar–, sino al contrario: su expansión a Brasil. Con la tranquilidad de conservar su vivienda en Buenos Aires, la pareja alquiló en Buzios una casa muy grande en cuyo playroom siguen armando collares y pulseras, e incorporaron blanquería y objetos de decoración. Y este año, además, destinaron dos habitaciones para recibir huéspedes. Con ellos, ahora sí, Paz está ejerciendo su vocación de chef. Se sirve desayuno y tienen una pequeña carta para comer; está armando un recetario con las opciones de lo que pueden ofrecer, porque éste sigue siendo un pueblo de pescadores. Le encanta armar meriendas al atardecer, porque acá el sol se pone sobre el mar.

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